La canción presenta una fusión de elementos de música cristiana contemporánea, caracterizada por melodías edificantes y una rica instrumentación. La apasionada actuación de Montero se complementa con una banda talentosa, creando un sonido dinámico que realza la atmósfera de adoración. Las letras se centran en temas de fe, esperanza y la presencia divina, invitando a los oyentes a reflexionar sobre su propio camino espiritual.