Pedro es el personaje más contradictorio de la historia. Se balanceó como un balancín desde las más altas cumbres del coraje hasta las profundidades de la cobardía más vil. Con la misma velocidad avanzó hacia la devoción más fiel, dio marcha atrás y tropezó con sus propias palabras.
Pedro es más que un hombre paradójico; es un emblema. Pedro es nuestro retrato. Es la síntesis de nuestra biografía. La sangre de Pedro corre por nuestras venas y el corazón de Pedro late en nuestro pecho. Tenemos el ADN de Pedro. También oscilamos entre la devoción y la cobardía. Subimos a las alturas y caímos a las profundidades. Le decimos cosas hermosas a Dios y luego tropezamos con nuestra lengua y blasfemamos contra Él. Prometemos una fidelidad inquebrantable y luego revelamos una cobardía vergonzosa. Revelamos una fe robusta en un momento y luego naufragamos en las furiosas aguas de la incredulidad.
Eso es lo que somos: ¡Pedro!
