Todos llegamos a algún lugar en la vida debido a tres cosas: alguien nos observa, forma una opinión sobre nosotros y decide darnos una oportunidad… o no. Nosotros hacemos lo mismo con los demás. Las personas han jugado este papel esencial en nuestras vidas, y nosotros lo jugamos en la vida de quienes nos rodean, y no importa cuánta habilidad tengamos, podemos jugar aún mejor.
La secuencia se aplica en los negocios, la iglesia, los matrimonios, la paternidad y las amistades. A menudo evaluamos a otros en un abrir y cerrar de ojos. Percibimos instintivamente la expresión de la cara de alguien, el tono de voz o el lenguaje corporal que es consistente o diferente de sus palabras.
Reaccionamos a nuestra observación, pero rara vez nos detenemos a analizar antes de responder; simplemente sucede inmediatamente. Observamos y tenemos una opinión, y en base a lo que hemos determinado en ese segundo, le damos a la persona una oportunidad de relacionarse con nosotros, o cerramos la puerta y permanecemos vigilantes.