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Contemplar para creer: una mirada cristiana al cine lento 

Contemplar para creer: una mirada cristiana al cine lento 

Hay formas de mirar que transforman. No por lo que revela la imagen, sino por lo que exigen: paciencia, silencio, entrega. El cine contemplativo es una de esas formas. En un mundo que corre, este cine se detiene. En una cultura que grita, este cine susurra. Y en una iglesia que busca comunicar el Evangelio con fidelidad, este cine ofrece una vía inesperada: la vía del tiempo, del misterio, de la espera.

Este cine va más allá de una técnica, es una postura espiritual. La toma larga, el ritmo pausado, el silencio que incomoda: todo esto es lenguaje. Pero mas que lenguaje incluso, es oración. Porque el cine contemplativo no esta diseñado para entretener, sino es una invitación. No explica necesariamente, sino que expone. Y en esa exposición, el alma se abre a lo eterno.

El tiempo como lenguaje espiritual

El cine contemplativo o también llamado slow cinema, es una protesta contra la prisa. Rechaza la edición, los cortes rápidos del cine comercial que distraen, la narrativa que corre. Prefiere los largos momentos donde uno puede ver desarrollarse el lenguaje del cine. Es un cine que invita a reflexionar, a esperar. Y en esa espera, invita a pensar, a sentir, a orar.

Es un cine que exige del espectador lo que la Escritura exige del creyente: Estén quietos, y sepan que Yo soy Dios.  (Salmo 46:10 NBLA). La contemplación no es pasividad, es disciplina. Josué lo sabía: “meditarás en él día y noche” (Josué 1:8 NBLA). El cine contemplativo, es como una oración profunda, requiere atención plena, alejamiento del ruido, apertura al misterio.

Dos caminos en la historia del cine

Desde los Lumière, el cine nació como espectáculo. Pero pronto surgieron dos caminos: el americano, cuyo enfoque dinámico y comercial, estaba lleno de cortes y ángulos; y el ruso, heredero del teatro filmado, que dejaba al espectador frente a la imagen, sin distracciones, como quien contempla un ícono algo que Nolan con el uso del IMAX trata de recuperar.

Esta diferencia no era solo estética, sino presentaba una cosmovisión. Mientras que en América se buscaba el éxito, en Europa se gestaba un cine que trataba la pantalla con reverencia. Dreyer, Berman, Bresson: sus películas no solo narraban, eran oraciones profundas. Rechazaban el artificio en su búsqueda de lo sagrado.

Paul Schrader, cineasta calvinista, lo llamo “estilo trascendental”. En su libro El Estilo Transcendental en el cine, analiza cómo ciertos directores usan el lenguaje fílmico para acercase a lo divino. No por los diálogos, sino por el ritmo, el encuadre, el símbolo. Es un cine que no grita, sino que susurra.

Tarkovsky y la theosis visual

Andrei Tarkovsky entendió esto como pocos. Su cine, profundamente poético, es una liturgia visual. De confesión cristiana ortodoxa, su obra refleja la theosis: la participación en las energías divinas, el abandono de lo impuro, la unión mística con Dios en la “tiniebla divina”.

Este ascetismo – separación del mundo para contemplar lo eterno – se traduce en su estilo: tomas largas, silencios densos, símbolos que no explican, atmosfera que invita. Su cine no busca agradar, es mas un lugar de purificación. Así como el monje que ora en la celda, Tarkovsky filma para acercarse a Dios.

Evangelismo visual y tensiones protestantes

En la tradición evangélica, el arte ha estado más vinculado a la música que a la imagen. El arte visual en cambio, ha sido central en el catolicismo y la ortodoxia. Posiblemente sea una de las razones por las que cineastas como Schrader, Malick o Bergman han trabajado a la periferia de sus comunidades de fe, sin dialogo directo con ellas.

Esta tensión no es trivial. El arte visual puede ser puente o un muro. Pero si recordamos a Pablo en Atenas (Hechos 17:22-28), veremos que incluso una estatua pagana (o lo que quedaba de ella) puede ser usada para hablar del Dios verdadero. Jesús lo hizo también: sus parábolas eran historias cotidianas, imágenes que resonaban en el alma.

El llamado del cineasta cristiano

El cine es lenguaje. Cada encuadre, cada movimiento de cámara, cada silencio tiene gramática. El cineasta cristiano tiene una responsabilidad: no solo dominar la técnica, sino encarnar la teología. Tarkovsky es referente no solo por su estética, sino por su fe vivida. Su arte es fruto de su oración.

La doctrina evangélica de la salvación no es ascética en el sentido ortodoxo. Es encarnacional, gradual, por ello requiere dialogar con la cultura. No se trata de huir del mundo, sino de redimirlo. Pero si el cineasta cristiano que valora la estética y que expresa su rechazo a los productos comerciales, si no reflexiona sobre esto, corre el riesgo de exponer una cosmovisión que no comparte.

Conclusión: arte como testimonio

El cine contemplativo, por su propuesta ascética, funciona en lugares como festivales, espacios pedagógicos o momentos de introspección. Pero si el propósito es alcanzar corazones, el cineasta cristiano debe discernir su misión. ¿refleja su arte la revelación divina, o solo su deseo personal de expresión? Con esto tampoco es rebajar el arte a la superficialidad, como muchas veces se critica al cine de industria, en el cual el cine cristiano también se incluye. Mas bien el autor pueda plantear propuestas bajo este estilo pensando en su publico ¿a quienes quiere llegar?

Como iglesia, debemos pensar el cine no solo como entretenimiento, sino como medio refleja la imagen de Dios. Porque en un mundo saturado de imágenes, el cine puede ser parábola, puede ser profecía (en el sentido estricto del término bíblico), puede ser oración. Y si es todo eso, entonces será también testimonio.

Bibliografía para profundizar:

  • Kuleshov, Lev. 1974. Kuleshov on Film. Edited and translated by Ronald Levaco. Berkeley–Los Angeles–London: University of California Press.
  • Lossky, Vladimir. 2009. Teología mística de la Iglesia de Oriente. Barcelona: Herder.
  • Murray, John. 2007. La redención consumada y aplicada. Grand Rapids, MI: Libros Desafío.
  • Schrader, Paul. 2020. El estilo trascendental en el cine: Ozu, Bresson, Dreyer. Translated and prologued by Breixo Viejo Viñas. Madrid: Ediciones JC.
  • Tarkovsky, Andrei. 2023. Esculpir en el tiempo. Translated by Enrique Banús Irusta, supervised by J. M. Gorostidi Munguía. Madrid: Rialp.

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